Recorre conmigo la casa. Sígueme, tengo prisa. La habitación hoy me parece que está tan lejos, necesito hacer parada en el salón. Descansar sobre el sofá rojo, y que juntes tus labios a los míos. ¿Por qué sonríes? Yo no lo hago. Mierda, ya lo hice. Por un casual se me ha bajado el tirante, oh, no ha sido casualidad. Has sido tú. No me susurres al oído, no quiero enamorarme, quiero enamorarte a ti primero.
-Ya lo has hecho. –Me dijiste como si me hubieras leído el pensamiento.
Mi corazón va a mil, puedo escuchar los latidos, me tocas el corazón, en todos los sentidos, y te odio por haberlo conseguido después de que tantos lo intentasen, y tú llegas, y no tardas nada, y me resisto a ello, pero ya estás sin camisa, y me coges, y me llevas a la habitación. Y yo me río a carcajadas boca abajo, como llevaba sin hacerlo nunca, y me acaricias, y me tumbas, y te marchas, y vuelves, y traes mi chocolate favorito, y yo no quiero...y...y...y...
Sí quiero.
Mery, 18 e imprevisible. Bienvenido al lugar donde podrás conocer muchas cosas de las que pienso, algunos trozos de libros, historias reales, o pensamientos camuflados en historias. Si estás aquí, gracias por leerme.