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viernes, 15 de febrero de 2013

Odio esa sensación...

Odio esa sensación de querer dejar algo atrás y no poder. De estar tan enganchada a ello que no sabes cómo despegarte. Pero lo peor no es cuando es algo, si no cuando es alguien. Esa persona con la que tienes varios sentimientos a la vez. Sentimientos de odio y sentimientos de cariño. Que tan pronto le mandarías a la mierda y le dirías que no quieres saber nada más de él, como que al momento siguiente le abrazarías y no le soltarías.

Esa persona por la que lo darías todo, aunque te engañes a ti misma diciéndote que no, que ya estás cansada, que no le quieres, que puedes sobrevivir sin él. Pero no, no pasará ni un día en el que no le eches de menos, en el que no eches de menos sus bromas y los ataques de risa tontos. Echarás hasta de menos tenerle, hablar con él y enfadarte hasta por tonterías. Discutir e irte llorando a tu cama por la noche, diciendo: "Esta es la última vez, lo juro. Ya no más." y al día siguiente no poder resistirte a contestarle.

Porque aunque lo intentes, jamás podrás olvidar todo lo que habéis pasado, todos los momentos buenos juntos, todas las veces que ha estado ahí aunque solo fuese porque necesitabas hablar un rato con alguien. Vuestras cosas, esas que solo entendéis vosotros dos y con eso basta. Levantarte siempre con sus buenos días e irte a dormir con sus buenas noches, que te llame a las dos de la mañana y aunque haya más silencios que palabras, odiar cuando oyes el tono que te dice que la llamada ha finalizado. Volver a llorar. Discutir y llamaros de todo, incluso dejar de hablar por un tiempo, pero en cuanto alguien se mete con él, defenderle como una loca sin que él sepa nada.

Que sí, que puede pasar esto cien mil veces y que te falle otras mil, caer y caer, y darte cuenta de la situación, pero seguir estando ahí, porque a veces querer no es poder.

¿Pero qué pasa cuando ya los dos sabéis que eso no lleva a ningún sitio? Cuando sabes que ya no os aguantáis más, que no queréis seguir, cuando le dices: "Ahí te quedas." porque sabes que ya no es lo mismo, que ya hay más, que ya necesitáis a otra gente, que ya no te basta con que solo estuviese él. Cuando otra gente va remplazando en vuestras vidas el lugar del otro. Cuando intentas que eso no ocurra pero pasa igualmente, que lo que fue lo más importante en tu vida ya no lo es. Cuando sabes que quieres pero a la vez no. Cuando no sabes que hacer, ni a quién recurrir porque cada uno te da opiniones distintas. Cuando cualquier cosa, cualquier gesto, te recuerda a él y crees que te da una pista de lo que realmente debes hacer. Que su foto se caiga ochenta veces de la pared y pensar si será por algo, porque no deba estar ahí; que suene su nombre y girarte como si te llamasen a ti, o simplemente que todo, cualquier cosa insignificante te recuerde a algún momento o a alguna anécdota junto a él.

Y sí, puede pasar de todo, a veces la razón no gana al corazón. Tú cabeza te dice que le dejes, que no sigas, que no te mereces sufrir más; pero tu corazón te dice que te quedes con él, que aunque te falle te quiere, y que jamás seréis capaces de dejar de hacerlo. Digáis lo que digáis, pase lo que pase, os tratéis como os tratéis, y acabe todo como acabe.