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lunes, 13 de enero de 2014

Día 400

Entró llorando en la sala. Deprisa. Con la cabeza cabizbaja y quitándose la chaqueta mojada con rabia. Todos la miraron, con los ojos demasiado abiertos. Camareros pararon de servir.
El chico de al lado de la barra vino hacia ella. Sí, vino.
Hacía que no se veían bastante. Posiblemente años. Ya ni tenían relación, posiblemente el uno ya ni pensaba en el otro.

-Eh, eh, eh ¿pero qué te pasa? Levanta la mirada, vamos. Estás empapada.

Ella tiró su bolso con fuerza al suelo y le abrazó. Posiblemente era lo que ambos necesitaban.

-Habitación 402. -Dijo ella.

Él paró, la dejó ir. Demasiadas emociones juntas. Volvió al lado de la barra y se terminó su copa. Todo volvió a seguir su curso como si nada hubiese pasado.
Se levantó, iba a marchar a su habitación pero decidió dar media vuelta.
Las 12 de la noche. El día trescientos había acabado. Por fin.

-Vamos a la 402 -pensó para sí.

Subió por las escaleras. El ascensor no te da mucho tiempo para pensar. Habían acabado demasiado... 'demasiado' es una palabra extrema. Casi siempre, si te das cuenta lleva después un adjetivo negativo... no muy bueno al menos; como su final vamos.
Es increíble como algunas personas pueden pasar de tanto a tan poco.

Llamó a la puerta. Ella la abrió con su camisa ancha blanca y sus gafas de lectura. Le faltaba el moño. No le dijo nada, ni si quiera le invitó a pasar, simplemente dejó la puerta abierta y volvió a su cama, aún no deshecha y retomó la lectura. "Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo", el título del libro.

-¿Cuántas veces habrá podido releer ese libro? -Pensó él para sí mismo, pero no dijo nada.

Entró más hacia la habitación. Le sonrió, ella le devolvió la sonrisa.

-Se te ve mejor.
-Malos días los tenemos todos ¿no? -Le respondió con su voz dulce que tanto añoraba.
-Te he echado de menos.

Ella dio dos golpecitos a la cama señalando que se sentase y moviéndose hacia el lado derecho. Se sentó, ella cerró el libro y se quitó las gafas. Él notó odio en su mirada. Sólo supo echarla una mini sonrisa. Entonces el odio de sus ojos desapareció. Ahora no se veía odio, ahora se veían... recuerdos. Sí, eso es. Como si le mirase en los ratos buenos juntos, y en los malos.

-Yo también. Posiblemente cada vez que no lo hacía, quería hacerlo. Y viceversa.

No hablaron más. Cuántas veces el silencio vale más que mil palabras.

-¿Te quedas a dormir?
-Buenas noches. -Dijo él dándole un beso en la frente.

Muchas veces no hace falta contestar claro para saber la respuesta.


11:32.

"Buenos días desde su cama. La echaba de menos." [Publicar]


miércoles, 1 de enero de 2014

Que ni tú lo pasas bien cuando yo me lío con otros, ni yo cuando tú te lías con otras ¿pero qué quieres que hagamos si no sabemos estar juntos?